The Real Fifí TV

TODO EL SPAM QUE SIEMPRE HAS QUERIDO TENER AHORA REUNIDO EN UN ÚNICO LUGAR.
El siguiente BLOG contiene:
- Contenido sexual.
- Lenguaje ofensivo.
- No es apto para niños.

Friday, June 22, 2007

Capítulo 4

Ya estamos en junio y llega el final de toda serie que se precie, hasta el de los culebrones. Sin más dilación presentamos el capítulo especial que pone fin a la primera temporada:

Previamente en…:

El capítulo 3 acabó en cómo me enfrentaría a ella durante aquel largo fin de semana y dejando de lado la primera toma de contacto y los acercamientos posteriores, partida de Pictionary incluida, el día grande fue, como preveía, el día de la fiesta. La iniciativa la tomó ella diciéndome que quería hablar conmigo. Yo, algo frío, representando un papel que no solo no me va bien sino que además me siento incómodo con él, respondí que podía decirme lo que quisiera cuando quisiera. Ese no era el lugar ni el momento, de manera que tocaba esperar. Pero la espera fue agradable. ¿Sería el cava que tenía en la mano?

Cuando se separó del grupo respiré hondo el valor para aproximarme a ella y comenzamos la conversación, el capítulo de comunicación que nos faltó cuando estuvimos juntos, el error injustificable que me comprometo a no volver a cometer. La charla comenzó distante y tratando de dejar claro lo que había ocurrido en los últimos meses. Fuimos dando saltos hacia atrás despacio, con miedo a torcernos el pie pero pisando casi todas las piedras. Yo tenía una ligera afonía la cual le daba a mi voz un aspecto más solemne por su tono rasposo y lento. Ayudó a serenarme. Le expliqué cuál había sido mi situación, de incertidumbre, de no aceptación de lo que había ocurrido no solo por no ver una causa real sino porque no me creía que esa vez sería realmente la definitiva. Y menos aún viendo un comportamiento, a mi modo de entender, tan ambiguo por su parte. Ella pensó que lo había dejado claro desde el principio, que un “no estoy enamorada de ti” y ya está es suficiente, que lo de después era su manera de ser, que no sabe comportarse de otra manera y que únicamente al ver que yo no me desapegaba de ella y mis mensajes, tan explícitos como poco elegantes, le hicieron sentirse atacada, agobiada, al borde del ataque de ansiedad. Tardó en hacer caso de los consejos que le decían que se apartara completamente de mí o aquello no acabaría nunca. El viaje en la montaña rusa debía acabar. Le pasé un brazo por su hombro para confortarla, quizá lo único que he hecho bien con ella.

¿Y por qué comenzó todo? Porque le apetecía. ¿Y por qué lo retomamos y lo dejamos tantas veces este invierno? Nadie lo sabe: ¿Por darle una oportunidad? ¿Por dejarse llevar? ¿Por probar? ¿Porque quizá sí había algo y se acabó tan pronto como vino?

Confesó que me había echado de menos. Como amigo de shiatsu, eso sí. Y esperaba volver a retomar esa relación. Porque si algo trató de dejarme claro, porque lo siente, y porque espera que me quede tranquilo, y porque espera que me recupere, y porque desea que la vea como amiga, y porque nos necesitamos, y porque estamos muy bien juntos, es que ella no sintió nada en ningún momento (“bueno, a lo mejor un poquito en algún momento”) y creía que a mí me pasaba lo mismo. Por eso se debería haber podido pasar página más rápidamente.

Yo confesé que al comienzo de esta relación no estaba enamorado. Era mi amiga, mi compañera de clase, una relación muy especial con una gran conexión, un entendimiento casi completo pero nunca antes la había visto como pareja o amante. Fue el horno del verano el que hizo que saliese un bonito amor el otoño pasado. Yo, el verano pasado, tenía otras cosas en la cabeza y no fui capaz de darle la prioridad que ella demandaba, que ella merecía. Y cuando no hay sentimientos el desapego se hace más fácil, de ahí que cuando nos vimos una semana después de dejarlo yo estaba como una rosa y ella con un cabreo de tres pares…

Después del verano volvimos a ser amigos como si nada hubiera pasado pero yo ya tenía una predisposición a verla con otros ojos. Había estado dando vueltas al hecho de por qué haberme negado a tener una relación después de lo que había pasado hace tanto tiempo con alguien con quien ella no tiene nada que ver. En cierto sentido me maldije por no haberme dejado llevar y ver adónde nos hubiese llevado aquello.

Pero ella ya tenía su juicio hecho. Algo que no me ha dicho claramente pero que parece que ha tenido un fuerte peso: las primeras impresiones. Y ella siempre ha tenido presente aquel día en el que vino a verme a mí y lo que realmente vio fueron unas letras enormes sobreimpresionadas en su vista en las que podía leer “VETE DE AQUÍ”. Nada más lejos de la realidad. Nunca le hubiese dicho eso, ni siquiera en aquellos momentos. Lo que tendría que haberle dicho es “no sé qué coño hacer contigo”, “estoy hecho un lío”, “te quiero, me gustaría que funcionase pero no sé qué esperas de mí”, “¿hasta dónde puedo llegar?”, “¿de verdad sientes algo serio por mí?”. No dije nada y aquella presa terminó cediendo por mi dique. Y, al final, fue en lo que hemos basado la relación: en dejarnos llevar y ella viendo a cada momento un “VETE DE AQUÍ”. Era eso lo que veía aquella aciaga noche postcine (te odio, Soderbergh). Nunca lo hablamos, nunca lo dijo y es lo que nos ha llevado a esta situación. Funcionamos mejor como amigos que como pareja. ¿Merece la pena darle otra oportunidad?

Interludio:

La conversación acabó y subimos a nuestras respectivas casas en el pueblo. Nos fuimos cogidos por la cintura, miramos las estrellas, sonreímos, me llamó idiota como sólo ella sabe hacerlo, me mojó en la fuente y me volvió a besar. Por unos minutos, yo volví a ser yo y me daba igual lo que ocurriese alrededor. Esa noche me estuve preguntando si aquello era un recomienzo o si fue sólo un “flashazo” que había ocurrido porque le apetecía. Tanto hablar y no se lo pregunté en el momento en que ocurrió.

A la mañana siguiente hicimos otro de nuestros grandes intercambios de shiatsu (cómo me gusta cuando nos entrelazamos al acabar nuestras sesiones, la pierna de uno encima de la del otro, un brazo, el contacto, mirarnos la cara) y la cosa se quedó ahí, y he de reconocer que yo estaba con mis dudas que quise aclarar unos días después al volver de mi viaje al sur. Sí, soy un idiota.

Presente y futuro:

De manera que, como todavía estoy enamorado y siento mariposas cuando la veo y cuando no tengo otra cosa que hacer pienso en ella, cuando quedamos el miércoles pasado para concluir la conversación que empezamos el sábado y dejar claro el significado de aquel último beso yo reconozco que tenía una vaga esperanza de que podríamos intentarlo de nuevo. Repito, sí, soy idiota. Pero hay cosas que no se pueden controlar y ésta es una de ellas.

Mi corazón estaba a mil por hora. Se lo dije, le puse la mano en mi pecho, aunque disfracé la causa. Era ella y el momento que se avecinaba lo que me estaba acelerando.

Una vez en el bar, con un poleo menta de por medio y después de los intercambios de noticias y saludos cordiales entre amigos comenzamos a hablar del tema que nos había reunido aquella mañana. Me costaba mirarla a los ojos con la mesa de por medio sin poderla tocar así que me puse a su lado, pasé un brazo por detrás de ella, cogí fuerzas y comencé a hablar. Éste es uno de esos miedos con los que me he tenido que enfrentar: ser yo el que tome la iniciativa y tratar de sacar lo que se esconde en el fondo del armario. Cuesta hacerlo pero es tremendamente liberador. Aun así algo me debí dejar dentro cuando necesito escribir esto para permitir que se airee del todo. Por lo menos ya no huele a rancio.

Una vez dejadas las cartas sobre la mesa desde el otro día la partida de hoy se trataba de hablar de dónde estamos y adónde nos dirigimos. Y con ella volviendo a dejar claro que no entendía cómo me había estancado en una situación que había finalizado le hice reconocer que gestos como el beso del pasado sábado son la clase de cosas que a mí no me permitían pasar página, que me hacían seguir pensando que aún había una chispa y que me hacían vivir con una inseguridad e incertidumbre que no me dejaban ser yo mismo y no hay nada peor que vivir continuamente en la duda y pensar lo que puede estar pensando la otra persona. Así pues, si no iba a haber nada más entre nosotros de tipo romántico, la pedí tiempo y espacio para poder dejar de verla con estos ojos y poder disfrutar algún día de su compañía como si nada hubiera pasado. No será así por completo pero al menos espero poder disfrutar de más momentos con ella de amistad y compañerismo. Ella lo entendió, pidió disculpas y esperará a ver cuándo llega ese momento.

Y llegó la escena de la despedida. Por ciertas características parecidas que sentí en esos instantes me hizo recordar a la película “Casablanca”. Nos abrazamos, un abrazo tierno, sentido, amable, reconfortante, mullido si se me permite el adjetivo; nos besamos, un beso cariñoso, dulce, fresco, rememorando tiempos mejores; nos miramos con ojos humedecidos, expectantes, impacientes pero sin urgencia, ansiosos, acogedores; y nos dijimos adiós. La guinda del pastel fue que, mientras me alejaba por la calle y ella bajaba las escaleras del metro, me di la vuelta y ella estaba mirándome. Qué sensación tan indescriptible. Lo único que puedo decir respecto a eso es que no puedo fallar a esa mujer. Ni puedo ni lo voy a hacer. Volveré, E.

Conclusiones:

Lo que ha ocurrido ya está escrito. Ahora falta saber qué pasará en temporadas venideras. Mi objetivo en estos momentos es dejar de verla de una manera imaginada, como las obsesiones de Chris Peterson, si no a cada momento sí cada día. Dejar de estar esperando una llamada suya, un mail o salir de clase por las noches encendiendo el móvil para ver si hay un mensaje de ella preguntándome qué tal ha sido la clase o si me vuelve a doler la maltrecha rodilla como solía hacer. “Cuídamela”, decía. Me quería de una pieza y mi “curvita” sigue siendo de ella, es para ella y lo hago por ella. Estos son los síntomas que debo ir eliminando si ya no hay nada entre nosotros. Curioso que hable como si aún lo hubiera pero no puedo dejar de pensar que la conexión existe. Lo que cuesta creer que la otra persona no siente lo que siente uno mismo hacia ella. Qué injusto es el amor. Son cosas que no se pueden explicar, ni en un sentido ni en el otro.

Ahora sé lo que siente ese secundario de las películas que está enamorado de la protagonista y a pesar de los “NO”, de las patadas, de los cuernos puestos delante de él sigue enamorado de ella y tú, como espectador, te dan ganas de gritarle: “¿Pero no ves que no sólo no te quiere sino que te la está dando en los morros? ¿Qué necesitas, que te dé de hostias en la cara, que te dé una patada en los huevos? Mírale, y que vuelve… ¡Ay, Diosss!”. Te entiendo, amigo.

Ella dejó fijado en su mente el “VETE DE AQUÍ” durante toda la relación y era donde se aferraba en los momentos en los que yo no cubría sus expectativas de atención, de reciprocidad, de empatía, de ser yo una parte de ella. Y eso es lo que le ha valido para salir tan pronto de esto. Yo, en cambio, olvidaba sus caras largas, sus silencios, sus miradas hacia otro lado y me quedaba con lo que me gustaba: su sonrisa, su caricia, su cariño, su imprevisibilidad, su saber hacer, sus maneras, su sabiduría y experiencia, sus ojos que no engañan y dicen más e incluso cosas distintas de las que pronuncian sus labios, su piel, sus piernas…

No la supe sorprender porque me sentía inseguro, no me creía la situación que vivía y daba por hecho que ella también me quería. Con sus dudas, sus bajones, sus idas y venidas, pero me quería. Todo ello justificado por ser ella la que dio el primer paso, nada más. Pero ella buscaba y merece algo más. Quién sabe, a lo mejor realmente debí mandarla flores o ponerme a cantar bajo su ventana. A lo mejor debo dejar de escribir esto y hacerlo. Será lo siguiente que debo trabajar en mi carácter para subir otro escalón en el camino del crecimiento personal.

Por complacerla, por ser complaciente, casi nunca tuve iniciativa. No sabía hasta dónde podía llegar o qué era lo que le podría molestar. Seguramente nada pero, visto lo visto, mi primera impresión, que fue la inseguridad y no saber qué hacer, fue lo que pesó en mí todo este tiempo. ¿Es suficiente el tiempo transcurrido para saber si algo no va a funcionar? Ella lo tiene bastante claro y así no avanzábamos. Lo que parece que hicimos fue poner parches en lugar de pararnos para comprobar de dónde venía el problema y tratar de solucionarlo. No hubo comunicación. Ahora sí la hay pero hemos vuelto atrás, a un punto anterior al de hace un año y por eso me pregunto: ¿qué pasará si algún día, por alguna razón, le vuelve a apetecer? ¿Y si me apetece a mí? ¿Nos dejaremos llevar o recurriremos a la comunicación? ¿Qué razones tendrán más peso: las del “no” o las del “sí”? Segundas partes nunca fueron buenas pero, ¿y sextas partes? ¿Y séptimas? Lo más normal es que ya hayamos escrito todas las partes que pudieron tener algo de éxito “en taquilla” pero tenía ganas de decir esto. Prometió no volver a leer mi blog pero espero que en un día como el de hoy y siendo el único vínculo que aún mantenemos lo eche una ojeada y me diga algo al respecto, si no con un mail o una llamada al menos lo comentemos la próxima vez que nos veamos la cual espero que sea más pronto que tarde.

Sus ojos. ¿Cuándo volverán a brillar como yo los he visto brillar? ¿Y quién será el culpable de ese brillo?

Qué razón tenía cuando dijo que nos harían falta muchos paseos. ¡Cómo los echo de menos! ¡Qué momento junto al templo de Debod! ¡Qué bonita noche! Los dos fundidos en un abrazo. ¡Cuánto amor! ¡Cuánta necesidad! Qué lástima que no aprovechemos un verano para hacer eso mismo, poder estar sentados en un banco mirando el cielo estrellado y el viento helado no nos obligue a refugiarnos bajo un techo. Poder disfrutar de un paseo por el monte y no importar que pase el tiempo tirados sobre la hierba. El tiempo que hemos perdido no es el que ha pasado es el que no disfrutaremos juntos. Cada minuto separado sabiendo que no está ahí es un minuto que no merece la pena, es un minuto sin sabor, es un minuto perdido. Y con ella el tiempo sabe a vainilla. La vainilla es distinta de antes a después de E.

Hoy en día digo y repito que muy buenas tienen que ser las dos de 20 para que consigan desbancarte, E.

Títulos de crédito:

Ya he dicho que para mí la música es un elemento fundamental en mi vida y me permite conectar y expresar de una manera bastante exacta y precisa con lo que estoy sintiendo. La he dedicado canciones que no sólo por su melodía sino que también por sus letras expresaban bastante mi estado de ánimo y aunque me pidió que no lo volviera a hacer ninguna historia acaba bien si no suena una música, una melodía. Y en este caso me he decantado por mi grupo favorito, que también le gusta a ella, con una bonita canción que habla sobre lo que el amor es capaz de hacer y un vídeo que recrea los recuerdos fotográficos que todos tenemos en la mente de aquellos momentos que merecen la pena. Disfrutadla, debajo pongo la letra a manera de esos títulos de crédito que deberían salir impresionados sobre el vídeo.



The shackles are undone
The bullet's quit the gun
The heat that's in the sun
Will keep us when it's done

The rule has been disproved
The stone, it has been moved
The grain is now a grove
All debts are removed

Oh, can't you see what love has done
Oh, can't you see what love has done
Oh, can't you see what love has done
What it's doing to me

Love makes strange enemies
Makes love where love may please
Soul in its striptease
Hate brought to its knees

The sky over our head
We can reach it from our bed
If you let me in your heart
And out of my head

Oh, can't you see what love has done
Oh, can't you see what love has done
Oh, can't you see what love has done
What it's doing to me

Please don't ever let me out of here
I've got no shame
Oh no, oh no

Oh, can't you see what love has done
Oh, can't you see
Oh, can't you see what love has done
What it's doing to me

Oh, can't you see what love has done
I know I hurt you and I made you cry
Oh, can't you see what love has done
Did everything but murder you and I
Oh, can't you see what love has done
But love left a window in the skies
Oh, what it’s doing to me
And to love I raphsodize

Oh, can't you see what love has done
To every broken heart
Oh, can't you see what love has done
For every heart that cries
Oh, can't you see what love has done
Love left a window in the skies
Oh, what it’s doing to me
And to love I raphsodize

Oh, can't you see

¿FIN?

Así terminan los hechos de esta tragicomedia. Espero no dar más vueltas sobre este asunto porque como dice otra canción: “te lo haces a ti mismo, te lo haces, y es lo que realmente duele que te lo haces a ti mismo, sólo tú, tú y nadie más”. Aun así, “todavía dejaré la puerta de mi habitación abierta por si acaso se te ocurre regresar. Más raro fue aquel verano que no paró de nevar”.

Feliz aniversario, E. Todo este tiempo sólo he querido dejar claro que mis sentimientos eran sinceros, no trataba de molestarte ni de que te sintieses incómoda. Eres algo más que un punto en la mesa de mi vida. Eres una canción larga en mi disco de vinilo. Sí, soy un idiota y no, no soy un borde. Te quiero mucho y espero verte pronto. Besos.

F-F

0 Comments:

Post a Comment

<< Home